Es una falacia impuesta suponer que somos distintos. La exige este sistema construido en base a los miedos. Los egos necesitan sentir que “son alguien”, y para eso discrimina hasta casi de una manera infantil, provocando grupos sociales para que se diferencien unos de otros.
No hay mayor mentira en la humanidad. He viajado mucho a lo largo de la vida, y si de algo estoy convencido, es de que todos, da igual tu religión, tu país, tu credo u opinión política o tu raza y tu continente de procedencia, es que absolutamente todos somos iguales, con las mismas necesidades.
Desde que nacemos somos inducidos a formar parte de algún pequeño grupo, ya sea en el ámbito escolar, social, deportivo, para hacernos creer que tenemos distinción y somos especiales. Estamos hechos de lo mismo, albergamos en nuestro interior las mismas características y condiciones, nos guste o no. Somos vida, amor, entusiasmo, alegría y congruencia.
No hay mayor realidad que, queramos o no, estamos todos conectados, estamos hechos de lo mismo y pertenecemos a la misma esencia de la que somos. No es posible separar esto, de igual forma que no es posible que dejemos de respirar porque estamos vivos. Todos tenemos a nuestro ser y alma, nos conducimos por campos vibratorios donde bailan nuestros campos energéticos. Somos lo mismo y somos uno. Y estamos unidos en y desde este universo con todo incluido y entrelazado. Hay quien lo llama dios. La etiqueta no importa. Sólo es un concepto mental. Vive tu ser.
Y tú, ¿Te reconoces igual?
Me alegra la vida que compartamos esto juntos, a través del proyecto despierta. Se trata de abrir conciencias.
Gracias por ser y estar presente ahora.
