
Vivimos toda la vida apegados emocionalmente a un montón de personas y acontecimientos que nos rodean. Parejas, familia, trabajo, etc. Crecemos y algunos apegos cambian, pero otros permanecen. Dejar marchar es primordial para tu desarrollo espiritual y personal, para sentir plenitud. Por un montón de razones seguimos enganchados, sin soltar el lastre existencial, aunque haga daño, porque se prefiere continuar por miedo que cambiar tu rumbo. Hay terror a lo desconocido. Lo fácil es querer seguir con el apego cuando es positivo.
La aceptación es la gran asignatura social pendiente. Aceptar que algo no nos gusta, que ya no funciona …. esa resistencia es la que te va a dar el alimento para seguir sufriendo cuando te niegas a cambiar. Míralo de otra manera. Tu pensamiento y creencia solo está entre una de muuuchas posibilidades. Puedes elegir dignificar lo vivido y soltarlo desde tu paz interior, aceptando que la etapa ya terminó. La vida es constante aprendizaje, quieras o no. Ese es el sentido.
Aceptar es ser libres. Desde el alma, no desde la mente. Aceptar es un contrato no escrito de asunción de realidad verdadera, sin esfuerzos ni luchas. Es amar con profundidad. Es dar tu aportación a un elevado orden natural. Es, si quieres, ponerte del lado de la creación, o del concepto intelectual que para ti sea el cómodo. Aceptar es crecimiento personal. Es expandir tu alma, date el permiso.
Y tú, ¿Cómo estás de aceptación?
Tienes toda mi gratitud y respeto. Un gran abrazo.
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