
El tiempo (el psicológico), hace que veamos nuestra vida en retrospectiva, observar los acontecimientos que hemos vivido este año desde un ángulo reposado. La vida nos sigue regalando otro cartucho de porción de vida en forma de otro año natural. Hay quien decide pasar de todo y no aprender nada. No le interesa ni fijarse en cómo ha estado yendo mi vida este año. Ni un atisbo de deseo. Automatismo puro. Y hay quien elige tomar otras decisiones. Es una cuestión de elección, como os he comentado en otros artículos del blog.
Yo me quedo con los que eligen aprender, conscientemente. Para mí es porque me une con la naturaleza en sí misma. De alguna forma es como una especie de característica intrínseca a nosotros, sin la cual no puede haber evolución ni concordancia con lo que cada quien es. Nos lleva a ir puliendo los aspectos egoicos de quienes somos, casi sin darnos cuenta, pero de forma inexorable. En silencio. Esto nos lleva al despertar psicológico y espiritual. A la auténtica felicidad. Aunque sea a pequeños pasitos y destellos fugaces. Pero son de verdad, y así los vivimos. Qué mejor razón para vivir.
Da igual si la vida, este año que ha pasado, me ha puteado. Porque forma parte de ella. Ni siquiera lo veo como si fuera eso importante. Es parte de tener la suerte de pasar de puntillas y hacer acto de presencia por un espacio temporal de tiempo ridículo, si lo comparo con la línea temporal de la humanidad. Hace miles de años que estamos aquí. Mi vida es un soplo.
Y tú, ¿Vas a aprovechar este nuevo regalo en forma de tiempo? Lo etiquetan como 2023.
Te felicito por llegar hasta aquí, me ayudas con el proyecto despierta. Se trata de remar y abrir conciencias, juntos en más fácil.
Gracias por estar y ser ahora.
