
Todos nacemos y “convivimos” con el archiconocido ego. Nadie se libra, nos guste o no, es una realidad tan cierta como que existe el universo. Tan verdadera como lo que se nos ocurra pensar. El ego es ese ente que habita en nosotros, que tantas veces dirige en la sombra las decisiones que tomamos, lo que decidimos pensar respecto a las cosas que nos importan, es esa entidad sumergida que nos dicta nuestros valores, esa figura disfrazada de nuestra verdad. Está en el lado opuesto de nuestra esencia, de la conciencia misma.
Hay que prestarle una atención enorme, porque, en definitiva, gobierna nuestras vidas. Sí, con esta rotundidad. Mi ego dilucida y dirime lo que a priori elijo yo, pero es mi personaje el que habla en realidad, haciéndome creer que soy yo el que conduce mi vida, cuando la realidad es que es a través del personaje que mi ego se manifiesta, haciéndole creer a mi identidad yo, que soy quien conduce, cuando lo cierto es que se trata de mi ego actuando mediante el personaje que todos tenemos dentro.
La manera en la que nuestros egos se manifiestan diariamente, es utilizando el gran abanico de miedos existentes. Mi ego recurrirá a cualquier treta para imponerme su tiranía, haciendo creer a mi identidad yo, que soy yo el que decide y dirige. Craso error.
Es mi obligación estar aquí para aportar mi granito de cordura en este mundo, porque me alegra el alma, y lo hago a través del proyecto despierta.
Y tú, ¿Cómo convives con el ego?
Gracias por ser y estar presente aquí.
