El dicho “es de bien nacido ser agradecido” revela una realidad incuestionable: para que empiecen y te sigan yendo bien las cosas, estar agradecido de corazón y alma es condición indispensable. Un grado de esa magnitud es la compasión.
Según estudio de la Universidad de California, publicado por los científicos M. McCullough y el Dr. R. Emmons, la gratitud afecta al organismo fortaleciendo el sistema inmunológico, lo que implica incrementar tu bienestar interior.
Para “ser libre”, es requisito existencial sentirlo en tu fuero interno, embriagarse por esas ganas de dar las gracias que salen del darse cuenta y reconocerte en tu estado de fortuna de forma consciente. No por lo que tienes, si no por cómo te sientes a un profundo nivel de tu percepción de la vida mucho más allá de lo que tu mente o pensamientos pueden, si quiera, entender (y nunca lo hará).
Yo he sentido esa gratitud desde el idioma universal que todo el mundo está capacitado para entender: el silencio. Se da en el espacio entre tus pensamientos, cuando estás en conexión CONTIGO. Es donde habita, porque ES, tu felicidad. Esa que ningún hecho externo a ti puede quitarte. Es que ya lo ERES. Y ahí es donde está tu auténtica libertad.
Y tú, ¿Conoces esa gratitud?
Un sentido abrazo silencioso y gratitud por seguirme.
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