
Esta nueva conciencia que se abre paso, afortunadamente, ante la locura de estos modelos sociales obsoletos que conlleva este enorme engaño planetario, lleva implícito un libre pensamiento. Veamos si estamos preparados ante (ardua tarea para unos cuantos) este descomunal ejercicio, habida cuenta de las trampas de este sistema.
Si utilizas la mente para definirte, resulta que te estás autolimitando tú, porque tu propia definición lleva unido un valor mucho más profundo e infinito. Y esto, para empezar, tu mente no lo entiende. Partiendo de la base de que no le interesa. Le importa un carajo a tu mente esa profundidad. Porque es el lado opuesto de su sentido, del sentido de tu mente, de su razón de ser. Además, es algo que se experimenta, se percibe y se siente. Esa hondonada espiritual tan potente la percibe tu inconsciencia como una amenaza. Ocurre que esa profundidad ocurre en una dimensión donde la mente no puede estar porque no tiene esa cualidad. Hablamos de un lenguaje donde la mente no tiene palabras. Y como le ocurre a la mente, tu inconsciente no distingue lo real de lo imaginado. Sencillamente, tu valor no puede venir dado por una definición en el plano mental, no es compatible, porque eso es lo que ya eres, valor en estado puro. Y es tuyo porque está en ti, nada más. Es una cualidad de ti, de ser, eres eso.
Puedes llamarlo Dios, Energía o el nombre que a ti te parezca colocarle. Eso solo son etiquetas de origen mental, intelectual. Experimentar la envergadura de tu valor, de tu esencia, es algo que está en otro plano, seguro que no es el mental. Comprobarla y cotejarla es otra cosa, muy profunda. ¿Entiendes? Se experimenta. Punto. Por ello no puedes definirte desde la mente. Ese es uno de los grandes errores de la sociedad en la que estamos. Qué fácil resulta la confusión. Ocurre que la concepción mental del valor de una persona está diseñada desde tu ego, no desde tu ser consciente, lo que provoca que sea el miedo quien dirija tu etiquetaje mental, porque el miedo es el lenguaje de nuestros egos.
Solo puedes definirte desde la experiencia de ser. De tu propio y único ser. No hay dos personas iguales biológicamente hablando. Aunque en esencia, en alma, tenemos el mismo diseño espiritual. No hay separaciones. No se pueden dar los equipos ni los grupos. Es inherente al alma, a la esencia del ser humano. A ti. En esa dimensión álmica no se puede dar estar separado porque no se puede coexistir en otros estados. No se puede permanecer en el ser en otras dimensiones o naturalezas en forma simultánea. Donde se es, se está junto a, es la particular dinámica de tu alma. Solo hay separación cuando te sometes al estigma de tu mente, quien define la separación en forma de etiquetas o conceptos, queriéndolos hacer contrarios y opuestos, tal como negro-blanco, etc. En el verdadero valor de quien eres no hay separación del otro. Se es al estar vivo y compartir tal condición.
Rumi, el profeta del misticismo islámico, dijo: ”eres la gota del océano, y el océano en la gota”. Cuánta liberación sobre tus hombros holísticos supone comprender esto. Cuanto lastre sueltas desde el momento en el que integras la comprensión de quien realmente eres de verdad. Está dentro de ti, nunca fuera. Sientes amor porque es lo que eres: amor. Sientes luz en otras personas porque tú eres parte y esencia de esa misma luz, dado que no es otra, es la misma, hay para todos puesto que en ti también está, sencillamente eres luz, por ello la ves en tus proyecciones.
Y tú, ¿Tienes claro tu propio autoconcepto de lo que vales de verdad?
Me alegras la vida, gracias por estar.