
La universidad de Harvard investiga en su departamento de neurociencia los efectos de la meditación en el cuerpo humano. Una de las líneas de trabajo es en el cambio a mejor que se produce al meditar en la estructura del cerebro. La conocida Dra. Sara Lazar lo confirma.
Las neuronas se comunican mediante pulsos eléctricos. Se sabe que el cerebro tiene 86 mil millones de neuronas. Esa electricidad transportada mediante esos pulsos contiene información, como por ejemplo lo que estás viendo, escuchando o el contenido emocional que vives en esos instantes. La información proporcionada por la comunicación verbal y un sinfín de información de la que no eres consciente en ese preciso momento.
Todo ese conjunto de información es lo que se traduce en impulsos eléctricos en el cerebro. Gran parte de ese flujo que transita entre regiones del cerebro se traduce también en coherencia entre los dos hemisferios, derecho e izquierdo, cuando hay intervención del sujeto de forma voluntaria, como cuando meditas. Hasta el 80 % de esa información no es voluntaria porque estás en lo que llaman la red neuronal por defecto o lo que el budismo llama el mono loco. Aquí se conoce como ir en piloto automático.
Se acuñó el término “marcador somático” al hecho de que el cuerpo conoce antes que el cerebro lo que ocurre. Fascinante. Es decir, que antes de que tu cerebro pueda procesar información externa, el cuerpo se había anticipado y “conocía” esa información. Para influir en tu bienestar lo mejor es trabajar tu cuerpo de una manera holística. Tu cuerpo se anticipa y sabe lo que ocurre. Lo han llamado intuición también. Pero es un hecho físico, hacerle caso a la sensación que algo produce en tu cuerpo. Es muy positivo. Hacer de la meditación algo regular mejora tu experiencia diaria.
Identificar en el cuerpo esas emociones. Practicar yoga, respiración, chi kung o Taichi fortalece el cerebro neuronalmente a todos los niveles. Es bueno que conozcas la expresión de lo que te dice tu cuerpo, de reconocer qué te está diciendo la postura corporal y en qué se traducen esas emociones dentro de tu cuerpo. Autoconocimiento puro.
Después de cinco días meditando ya se empiezan a dar cambios positivos en el cerebro. Se sabe que si intento inhibir un comportamiento lo que voy a hacer es reforzarlo con hábitos en otro sentido o en forma contraria. Se da, por ejemplo, cuando se deja de fumar. Si a tu cerebro no le “dices” la nueva pauta, pues seguirá haciendo lo mismo porque es lo que conoce, es lo que sabe, usa su memoria aprendida. El cerebro sí sabe sustituir. Pero si le dices cómo cambiar una pauta con nuevas acciones, lo hará mediante el hábito, que es practicando cada día para normalizarla en tu cerebro y que la sienta como lo normal. Esa práctica continuada contrarrestará lo que no quieres hacer ya. Centrarte en lo que deseas y fomentarlo mediante acciones concretas aplicada como rutina. Es como haber llegado al destino cuando conduces y no te has dado cuenta. Está automatizado. Hay que olvidarse de lo que no quieres y centrarse en lo nuevo, porque es lo que va a llegar a tu vida. Así es como tu cerebro cambia, insertando esa nueva información con el nuevo habito. Verás que fácil te resulta meditar porque tu cuerpo lo pedirá.
Y tú, ¿Cuáles son tus nuevos hábitos?
Gracias por tu presencia y contribuir a un mundo más consciente.
