
Una mente que divaga es una mente infeliz. Influye en el cuerpo insatisfecho. En 1976 fue la 1ª vez que se describió la red neuronal por defecto, que es el término científico para mencionar el conocido piloto automático. El budismo lo llama el mono loco porque la cabeza va de un lado a otro sin sentido ni orden.
Se sabe que el 70% de ese diálogo interior está auto referenciado, es decir, que trata sobre el yo. Por ello, hay una relación directa entre el ego y el yo, pues construye creencias o ideas de manera inconsciente, provocando confusión porque te identificas con esas ideas que crees que son una realidad incuestionable porque piensas que esa es tu identidad. Nada más lejos de la realidad. Estás identificándote con algo que no es, sencillamente. En esa auto referencia a tu yo, no estás interviniendo de una forma consciente. Además, se tiene la certeza de que esta errónea identificación ha aumentado en los últimos 40 años debido al estilo de vida asentado en nuestra sociedad.
El 80% de todo nuestro tiempo estamos en esa red neuronal por defecto. No somos conscientes. Las tecnologías favorecen esto. El cada vez más extremo uso de pantallas en nuestra rutina diaria facilita la inconsciencia. Así que solo estamos en el aquí y el ahora un 20% del tiempo. Estamos y somos conscientes una pequeña fracción del día. Creemos que no es así, pero en esto la ciencia es concluyente.
Para tomar conciencia e invertir esta polaridad, para estar el mayor tiempo posible sabiendo quién eres y lo que haces de una forma presencial, lo más adecuado es insertar en nuestro día a día el hábito de meditar. Dirigir tu atención y concentración para tener mayor conciencia mental te lleva a grados personales de mayor bienestar y satisfacción, lo que se traduce en tener un aumento de los niveles en tus índices de felicidad subjetiva. Esa que solo tu conoces bien. Se trata de aumentar esto.
La neurociencia recomienda practicar meditación porque incrementas tu auto regulación emocional. Es la vía directa para sentirte mejor en el cuerpo que usas y en las relaciones que tienes por la forma en que los vives.
Y tú, ¿Sabes cómo es tu felicidad subjetiva? ¿De verdad?
A mí me hace feliz tu acompañamiento.
