
Para tener un estado equilibrado y beneficiarse de tu propia paz mental, después de tener claros cuales son tus propósitos, hay que poner la mirada interior hacia tus propias conexiones emocionales, hacia lo que hace que “hables” contigo en términos de vibración personal. Conocer tus ondas.
Puedes hacerte tu particular GPS personal, conectar con tu alma, enchufarte con la matriz de tu esencia. Se trata de detectarte para saber cual es tu energía, en qué frecuencia estás emitiendo, cuál es tu único y perteneciente sentimiento interno. Sólo de esta manera puedes saber si se te está expandiendo el alma o se está contrayendo.
Si tu alma se expande es señal inequívoca de que estás en la sintonía adecuada con tus ser. En caso contrario, si tu alma se contrae , es el termómetro el que te habla diciéndote que estás desintonizando tus emociones. Puede ser porque lo que hago-digo-pienso no está alineado. O por otra multitud de razones que sólo (con tilde, sí) sólo tú puedes extraer.
Es fácil, esa energía o te construye, o te destruye. O te alegra el alma, o da destellos para apagarte. Ni siquiera hay que saber cómo se llama lo que sientes por dentro. Es cuestión de mirarse sin filtros intelectuales con un enfoque honesto hacia tu propio ser. Ahí tienes la respuesta.
¿Es así cómo te gusta sentir? ¿Te agrada esa emoción? ¿O no la quieres? Te digo ahora mismo que tú tienes las respuestas, conoces tus propios vericuetos internos lo suficiente para saber de qué color está tu semáforo existencial. Echarle huevos es lo que dirían ahora los estoicos. Sin más dilación que ponerse manos a la obra, cualquiera que sea la respuesta. Para afianzar esas emociones que te gustan, o para cambiarlas.
Cuando viví en Colombia escuchaba la expresión “póngale pilas”. Así que al tajo y ponerse manos a la obra que lo que está en juego es tu niño interior. Acción. Y tu sustento para el alma: meditar. Como ya te puse en otro post, tendrás armonía y un orden profundo, cálido y sereno en sincronía contigo. Sublime.
Y tú, ¿Conectas con tus emociones?
Gracias por acompañarme en esta aventura fascinante.
